lunes, 12 de mayo de 2008

Prerromanico de Oviedo

La ciudad de Oviedo, como capital del reino de Asturias que fue, guarda joyas arquitectónicas notorias que se fueron forjando durante 200 años de monarquía y de arte prerománico asturiano. Desde que comenzase el reinado de Don Pelayo en el año 722 hasta la muerte de Alfonso III en el 910, cuando la capital regia se traslada a León.

SANTA MARÍA DEL NARANCO Y SAN MIGUEL DE LILLO

Es un conjunto arquitectónico situado en la ladera del Monte Naranco a escasos 100 metros la una de la otra.

Santa María del Naranco fue ideado en su origen como residencia real, palacio de caza y lugar de descanso de Ramiro I. Consta de dos pisos, el superior es un gran salón abovedado que se abre al exterior por dos amplios miradores Son de destacar sus capiteles de tipo bizantino, eso sí, con el típico sogueado asturiano, y las representaciones de animales y figuras humanas. A finales del siglo XIII a causa del derrumbamiento de la cabecera y de parte de las naves de San Miguel se transformo en iglesia.




San Miguel de Lillo o Liño es un templo regio que se supone se correspondía con el palacio cercano del monarca. Debido al derrumbamiento que se ha dicho antes (a causa de las malas condiciones del terreno sobre el que se asienta) este monumento ha llegado a nuestros días muy alterado. De su trazado original sólo se conservan el cuerpo occidental y el primer tramo de las naves. Es sumamente interesante el apartado decorativo, los relieves que se encuentran en las jambas de las puertas son de una exquisita factura; así como las celosías y la tribuna del interior, pensada para dignificar las ceremonias religiosas a las que asistía el rey.

SAN JULIAN DE LOS PRADOS

También conocida como Santullano es el mayor templo prerrománico que se conserva en España. Situada en lo que aquel entonces era el palacio extramuros de Oviedo, fue construida durante el siglo IX por rey Alfonso II el Casto, como iglesia dedicada a San Julián y a su esposa Santa Basilisa. Tiene tres naves con crucero y tres ábsides de cabeza cuadrada. En paralelo a su arquitectura, Santullano conserva un repertorio pictórico que la convierte en una de las más singulares iglesias del arte altomedieval español. Se sabe que los frescos cubrían todo el interior, incluso la techumbre, y se han vinculado con las pinturas murales de tradición pompeyana.

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